La esperanza será nuestro mejor regalo en el próximo 2021. La mantenemos intacta a pesar de que muchos de nuestros planes se vinieran abajo como un castillo de naipes con la llegada del Covid-19, y nos ha permitido mantener la vista clara para apreciar la grandeza del ser humano en las circunstancias más adversas.

Hemos sido testigos de la ola más grande solidaridad, la que ayudó a quienes necesitaban una mano amiga para subsistir en el obligado confinamiento. Del colosal esfuerzo de nuestros sanitarios, de los hombres y mujeres que forman parte de los cuerpos de seguridad, de los transportistas, de los comerciantes, del personal de limpieza, de los voluntarios que traían en sus manos todo el cariño, y de todos aquellos que han trabajado día y noche para garantizar los servicios básicos y esenciales a nuestros vecinos. Y sobre todo para que no se sintieran jamás solos.

Hemos podido ver la capacidad de superación y adaptación de familias, autónomos y empresarios a quienes el virus golpeó de frente. Y también, permitidme que lo recuerde, el compromiso infatigable de cientos de compañeros alcaldes y concejales que se han desvivido por dar la vuelta a sus presupuestos y destinar los recursos y sus propias manos a sus vecinos, para ayudarles a seguir caminando en los días más grises.

Si hemos sido testigos de todo ello y conocemos la fortaleza de nuestros cimientos, ¿cómo vamos a dudar de que el 2021 nos regalará una esperanza inquebrantable en el futuro? La ciencia ya nos ha traído una vacuna, ahora, la fortaleza de los seres humanos hará el resto. El 2021 será de plena esperanza.     



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